Hace unas semanas fui invitada, junto con un grupo de bloggers y prensa especializada por BODEGA OTAZU a su FIESTA DE LA VENDIMIA 2016, en un entorno único, rodeados de viñedos, arte e historia disfrute de un día de lo más especial, una experiencia que todos deberíamos vivir una vez en la vida. Inmersos en la cultura del vino, acompañados de una de las colecciones más importantes de Arte Contemporáneo hubo momentos francamente especiales y enriquecedores que no podré olvidar.
No soy ninguna experta en vino, pero como me dice mi marido, que sabe bastante de esto, tengo buen paladar, no distingo más que el color, pero si lo pruebo y me gusta, es que es bueno, esto es lo que me pasó con los caldos de OTAZU, me encantaron, en todas sus variedades, por que eso si, probamos unos cuantos. Hicimos un recorrido completo en el proceso de hacer el vino, comenzamos en los viñedos, la vendimia, la selección de la uva, que se hace a mano, fue algo que me llamó mucho la atención, el primer prensado, el mosto que estaba delicioso, el primer año de barrica… Y así hasta que llegamos a la mesa, en todas las paradas que hicimos nos ofrecieron vinos y deliciosos canapés y pinchos para acompañarlos, no soy bebedora, hasta que me dan un vino rico, claro!!!
La visita al museo de la bodega fue uno de los momentos más impactantes, adoro el arte y en este entorno las sensaciones que transmite son infinitamente mayores y mucho más especiales que las de un museo al uso. Cualquier obra adquiere vida y significados distintos dependiendo de donde se exhiba, o por lo menos yo así lo percibo, es algo muy personal, pero dudo mucho de que a nadie deje indiferente El Señorío de Otazu. Podría haberme sentido transportada en el tiempo pero justo es el arte moderno que en contraste con la piedra, el entrono y los viñedos me hizo sentir en un espacio rodeado de modernidad y buen gusto.
Podría estar horas hablando de las sensaciones que percibí en BODEGA OTAZU, con su vinos, su museo o su entorno, pero eso lo dejo para la próxima, por que la habrá y os hablaré de las muchas obras de Manolo Valdés de las que La Fundación Otazu es poseedora y de quien me declaro fan absoluta, pero en esta ocasión tengo que hacer mención especial al ganador del I PREMIO INTERNACIONAL DE ARTE DE LA FUNDACIÓN KABLANC OTAZU, ALFREDO JAAR, que con la obra monumental «EL COLOR DE NUESTRAS VIDAS». La composición consta de cuatro cubos de vidrio, transparentes, que respetan al máximo el entorno en el que se encuentran. Sus dimensiones representan aproximadamente los cuatro tipos de vino que elabora Otazu: tinto, blanco, rosado y champagne. Además, los cuatro cubos contienen agua, el único elemento líquido que puede competir con el vino, según explica el artista, que está siempre en movimiento gracias a un sistema de reciclaje que la hace circular constantemente.
Asímismo, Alfredo Jaar añade que : «Galileo dijo que; «El vino es la luz del sol, unida por el agua». Por este motivo decidí iluminar el agua con un sistema muy poderoso de luces LED, que reemplazan al sol cuando éste se pone». Los cuatro cubos son además, un símbolo de los cuatro elementos que nos definen; fuego, aire, tierra y agua. En definitiva, se trata de una celebración de la vida, en respuesta al vino, que también celebra la vida.
Esta espectacular pieza, que Joao Fernandes ha definido como «minimalismo líquido», fue revelada el pasado 5 de octubre. Es la primera actividad de la recién creada FUNDACIÓN DE ARTE KABLANC OTAZU, cuyo objetivo es profundizar la relación entre arte y sociedad.
BODEGA OTAZU se encuentra a 8 Km de Pamplona, es la bodega más al norte de España para la producción de vino tinto. Rodeada por la Sierra del Perdón y la Sierra de Etxauri, tiene como frontera natural el río Arga.
Sus vinos proceden de las uvas que dan las 110 hectáreas de viñedos propios que rodean la bodega: Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Merlot y Chardonnay. El viñedo esta certificado como Denominación de Origen Protegida Pago, máxima categoría nacional.
El clima que envuelve a la BODEGA OTAZU mezcla influencias atlánticas que le permiten obtener vinos de colores vivos, aromáticos y frescos en boca. La acidez de las uvas le da al vino ese carácter de distinción que ayuda a la integración del alcohol y además, favorece el largo envejecimiento.
La próxima visita la haré con mi marido que está deseando conocer las bodegas y aprovecharemos para traernos unas botellas de estos excelentes vinos.
EL COLOR DE NUESTRAS VIDAS de Alfredo Jaar, ganador del I PREMIO INTERNACIONAL DE ARTE DE LA FUNDACIÓN KABLANC OTAZU
Deja una respuesta